Querido cuaderno de Bitácora, centésimo octagésimo séptimo día de una nueva vida.
Mi diario, hoy te vuelvo a escribir para contarte un poco como me va. En estos doce últimos días, la vida ha seguido como de costumbre. Hemos seguido trabajando desde casa y por las tardes estando con mis suegros. El fin de semana pasado, pues pudimos ver mis padres y mi familia de Valladolid. No los veíamos a todos desde las navidades. Este año como ya te contara tuvimos que cancelar el viaje en Semana Santa por el dichoso BICHO. Así que los vimos al llegar, tomando precauciones por si la situación se tornaba más rara y nos tocaba emprender viaje de vuelta a tierras del norte de forma súbita. De momento la situación, al menos, por Castilla y León parece más o menos controlada o al menos no parece fuera de control. Recemos porque así siga. La verdad sea dicha, la gente está siendo muy responsable.
Mi Diario, este fin de semana ha sido diferente. Ayer pudimos acompañar a Emilia y Eusebio, y a su familia en la celebración religiosa de sus Bodas de Oro. Acto sencillo pero emotivo y precioso. Ver llegar a gente a 50 años juntos es algo digno de toda celebración. Pareja, ENHORABUENA. Durante la Celebración, pudimos oír que una de las claves de poder llegar a 50 años juntos es el respeto mutuo. Que gran verdad. Durante el acto, algunas lágrimas de este grumete y de muchos de los asistentes aparecieron. Algo que creo lógico y normal. Y más con la carta preciosa de Berta dedicada a sus abuelos. Berta, te lo dije ayer, por cómo era la carta, seguro que muchas lágrimas brotaron durante su redacción. Felicidades, fue una carta preciosa. Os pongo alguna de las fotos que pude tomar ayer. Del coche que trajo a los “novios” y de la Iglesia de Santa María la Real y Antigua de Gamonal. Una iglesia preciosa del siglo XIV.
Hoy el día ha estado muy bien. Hemos estado por la Sierra de la Demanda de Burgos. Hemos estado por Las Lagunas de Neila, el área de la Ermita de Revenga donde comimos y luego nos fuimos a visitar el pueblo de Regumiel de la Sierra. Donde nació mi tío Alberto. Pueblo que visitara quizás hace más de 35 años y del que tenía el recuerdo de unas tumbas excavadas en la roca.
El día amaneció soleado y presagiaba día caluroso, como así fue. Nada más levantarme Marta y yo pudimos correr 10 km por la rivera del Arlanzón. Luego nos dirigimos primero a subir hacia las Lagunas de Neila. Aparcamos en el aparcamiento anterior al puerto. Desde ahí procedimos a subir andando ese kilómetro y medio que tiene una pendiente media cercana al 10%. Subida que se hizo dura para Gadea e Isabel, pero que con los ánimos del grumete, consiguieron coronar el puerto. Una vez arriba me acerqué hasta la laguna larga y luego ya inicié el camino de bajada. Tras este paseo comimos de picnic en un área muy tranquila y casi vacía. Desde ahí condujimos hasta Regumiel de la Sierra. Durante todo el camino se aprecia que esta zona se ha dedicado durante siglos al cultivo, corte y trabajo de los pinos y su madera. Paseando por el pueblo se veían aserraderos, casas de piedra arenisca, y tranquilidad. Una vez que llegamos a la zona más antigua del pueblo. Junto con la Iglesia parroquial. Hicimos un descanso en el que nos tomamos un helado para poder refrescarnos un poco. Y luego ya nos acercamos al área de la Iglesia donde se encuentra una necrópolis medieval excavada en la piedra. Según hemos leído, con cerca de 130 enterramientos, podría ser una de las mayores de Europa. De todo el día de hoy os pongo unas fotos. En resumen, un gran fin de semana.
Y mi querido Diario, por hoy no te cuento nada más. Solo te digo, que por mi parte. Podría decir que todo sigue igual. Así que eso es bueno, creo yo.
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