Querido cuaderno de Bitácora, octogésimo primer día de una nueva vida.
Mi Diario, no pienses que me he olvidado de ti. No es así. Todos los días, cuando tengo ese ratito en la cama en el que doy gracias una vez más por ser un una persona afortunada y poder compartir mi vida con tanta y tanta gente maravillosa, me acuerdo de ti. Lo único que como ya te dijera, creo que ahora no toca el escribir todos los días. La mar está en esa “calma relativa” que hace que a este grumete no le apetezca o no tenga algo que contarte.
La situación actual, mi Diario, no es fácil. No es fácil por muchos motivos, el principal es que vivimos en unos momentos que probablemente nadie nos podríamos haber imaginado. Y si encima los seres a los que más quieres los tienes demasiado lejos, pues no ayuda. Esos momentos de “levantar” el teléfono y hablar con ellos, hace que al menos las distancias se acorten. Pero mi Diario, no veas como deseamos tanto Marta como yo, que la “calma” pare, y podamos tener ese viento en popa poder llegar a España y poder dar un beso o un abrazo a nuestras familias de Valladolid y Burgos. Bien sabes mi Diario, que en mi caso salvo esas escasas 15 horas que estuve en agosto, no estamos en España desde el 28 de junio del 2019. Si que al menos, debido a mi “incidente” con el señor Hodgkin, nuestras maravillosas familias pudieron venir a vernos en Navidad. Pero añoramos mucho el poder volver a España por unos días. Pero hoy si no hubiera sido por el “Bicho” estaríamos ya contando las horas para coger ese vuelo IB3315 que nos hubiera transportado de nuestra querida Estocolmo a nuestra aún más querida Madrid.
Madrid, esa tierra que nos acogió tanto a Marta como a mi. Esa tierra, que como puerta de entrada a España para millones de personas, se ha visto castigada sobremanera por el “Bicho”. Lloramos de rabia, de impotencia, por esta situación que está pasando en nuestra patria. Mi Diario, se fuerte, esos días en los que salir a la calle se circunscribe en ir a la compra, o en ir al médico y poco más, pronto llegará a su fin. Ánimo mi Diario. Desde la distancia, estamos apoyándoos en lo que podemos.
Hoy mi Diario, no quiero extenderme mucho. Lo intentaré. Por aquí por Estocolmo, nuestra vida es como la última vez que te escribiera. Se resume, más o menos en, levantarse, desayunar, si es día de diario, acompañar a los grumetes a la Escuela, volver, seguir trabajando desde casa, comer, seguir trabajando, recoger a la grumetilla Gadea de la Escuela, volver a casa, merendar, cenar, dormir y lo mismo. La calle la intentamos pisar poco. Pero te soy sincero, si que el fin de semana intentamos darnos un paseo fuera de la ciudad, buscamos sitios en los que haya muy poca gente, y si podemos incluso hacemos la compra a distancia. Hoy por ejemplo hemos cogido el coche para ir al cementerio de animales que ya te enseñara hace tiempo, Kaknasdjurgarden, donde en un paseo de una hora aproximadamente, y unos 3 kms, nos habremos cruzado en el campo con unas 15-20 personas. Y en el espíritu de todas era dejar una distancia de seguridad. Esos momentos al aire, hacen que al menos el día a día, sea más llevadero. Pero se echa mucho de menos el contacto con la gente. Hoy al menos, hemos dado parte del paseo con Jorge y Otto, dejando siempre nuestra distancia. Pero hace de este paseo algo, aún más enriquecedor. Mi Diario, creo que como les digo a mis amigos, ahora cabe ser cautos, pero no caer en la obsesión de aislamiento. Dejando esa distancias de seguridad, se minimiza, creo yo, mucho el posible contagio.
Por el lado que siempre intento contarte de cómo estoy. Pues de mis dolencias, pocos cambios, ni a mejor ni a peor. Las manos parecidas, no hay ya hormigueo pero me siguen doliendo las articulaciones de los dedos. Mis tobillos y su tendinitis del Aquiles ahí siguen. Quizás pueda decir que el pie derecho está muy bien pero el izquierdo no. Jodiencia. De las rodillas, pues mejor. Te reconozco que sigo dándole al rodillo con la bici y creo que cada vez mejor. El otro día, según el programa del rodillo, estuve “rodando” como 43 km. Me quedo más bien con que estuve 1 hora y 20 minutos. Lo que, mi Diario, te reconozco me hace sentir muy vivo. Me llena mucho el poder pensar que ciento treinta y dos (132) días después de mi última sesión de pócimas recibidas en alta mar (quimioterapia) mi cuerpo creo que podría meterse una sesión de ciclismo de 60-70 km. Mientras toca hacerlo en casa viendo a los patos, piragüistas, y personas paseando alrededor de nuestro querido lago Mälaren. Si que como novedad adicional a estas palabras puedo decirte que otra vez mi gran amigo Luis me hizo una entrevista de la que aquí te incluyo el enlace. Tras hacerla la gente me decía que le gustaba, no lo se. Es de esas veces que en alguna pregunta me pilló con la mente en blanco pero que al ser en directo traté de contestar lo que pude. Si que como siempre digo, aquí mi Diario me tienes para lo que quieras. Sabes, y creo que mucha gente sabe, que si a alguien le puedo ayudar con algo, aquí me tiene. (Entrevista a partir minuto 65’35»)
Y ya para acabar por hoy. Aquí en Suecia pasa como en todos los sitios. No hay suficiente material de protección para los sanitarios. Y es por ello que sigo aportando mi granito de arena en este desierto, fabricando en casa con la impresora 3D, monturas para las máscaras de protección. La semana pasada pude entregar 20 a un centro de salud, y unas 60 a una empresa que gestiona en Suecia este tema. Hoy he podido entregar otras 118 monturas más. En lo que de mi mano esté, seguiré ayudándoles con esta mínima aportación.
Y mi Diario, aunque quería ser breve, el escribir cada tantos días, me llevan a escribir demasiado. Te pido perdón por haberte escrito tanto, otra vez. Pero mi corazón, que como bien sabes es el que guía mi escritura no sabe siempre resumir mis pensamientos. Lo siento de nuevo. Un abrazo de este grumete de secano.
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