Querido cuaderno de Bitácora, octavo día de una nueva vida.
Ayer fue un día muy bueno. En general, lo suelen ser, unos mejores, otros menos. Pero en el fondo casi todos son buenos. Pero ayer pasaron dos cosas que me hicieron extremadamente feliz. La primera cosa que pasó es que en vista del ecocardiograma positivo del martes, decidí salir a correr yendo un poco mas allá en cuanto al ritmo se refiere. No llegué a correr a un ritmo endiablado, pero sí muy bueno, creo, para mi actual forma física. Así que por ese lado, esos 8 kilometros por debajo de 5’45’’/km me hicieron muy feliz. Y la segunda cosa, que “pufff” a este grumete le hizo volver a llorar es que en el Boletín Corporativo de TYPSA, esa empresa en la que me enrolé hace cerca ya de 18 años, han escrito una reseña sobre mi expedición. Lágrimas de emoción, de felicidad, de alegría porque nos quieren o al menos así lo siento. Compañeros, otra vez gracias por acordaros de esta familia castellana que también os quiere un montón. En abril, si no pasa nada raro, os iremos a ver y celebrar con vosotros que JUNTOS hemos remado y soplado las velas para que este barco haya llegado a la isla. Gracias AMIGOS. Sois algo grande para estas dos personas “compactas”. Os queremos mucho.
Por mi parte tanto ayer como hoy sigo igual. La artritis en las manos sigue ahí, no mejora. Quizás la sensación de pérdida de sensibilidad sea algo menor ahora que hace días. Pero es poca la diferencia. Y me preocupa o molesta menos que los dolores en los dedos de las manos cuando hago algo. Como ya os contara, me quité la alianza, y aún la inflamación en el dedo anular impide que me la pueda volver a poner. Bueno, como dicen, se pasará en meses o años. Paciencia es lo que hay que tener. O como dice una muy buena amiga, “Jodiencia”. Por lo referente al sueño, de momento siguen quedando más y más lejos aquellos días donde dormía poco aún con pastillas. Es decir, ahora duermo entre 7 y 9 horas dependiendo del día y de a qué hora me acueste. Así que contento.
Y hoy, he decidido, que me voy a dar una vuelta con la bici tras dejar a los grumetillos en la escuela y tener las clases de inglés. Sin un rumbo claro, ni una meta definida, salvo la de llegar a casa. Hoy no sé cuánto rodaré con la bici. Serán 15, 20 o 40 kilómetros, lo que el tiempo y las ganas me permitan.
He de aprovechar por otro lado la anormalidad del tiempo que estamos teniendo por Estocolmo. Lo normal es que te contara, mi Diario, que ahora tenemos hielo y nieve por las calles, los lagos y canales están congelados, etc. Pero no es así. Lleva sin llover varias semanas, y con las temperaturas que hay, de caer algo del cielo sería agua y no nieve. En fin, pues aprovecharemos que está esto medio seco, para dar un paseo más allá de la isla donde ahora vivimos, Reimersholmen. Rumbo quizás a otras islas.
Y después del paseo quizás sea turno de descansar un poco. Ya se verá.
Y mi Diario, por hoy creo que nada más.
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