Querido cuaderno de Bitácora, décimo noveno día de una nueva vida.
Ayer, mi diario, quedamos al mediodía con Rafa y Paula y los grumetillos. Y por la tarde con Artur. Un gran día.
Y hoy qué contarte. Ha llegado el día. Ese que se ansía mucho cuando empiezas una expedición de este tipo. Ese día que cuando tienes que cogerte una baja, supone volver a lo que he estado haciendo de forma ininterrumpida desde ese 6 de marzo de 2002. Y puedo decir, que lo llevo haciendo durante todo ese tiempo en la misma empresa, en mi casa, mi otra familia, que como con las familias, me ha dado momentos de alegrías y momentos de tristeza. Momentos de felicidad y momentos de cabreo. Pero en el fondo, sigo confiando en ellos para seguir adelante en el mundo laboral. Hoy es el día en el que vuelvo a la oficina, pero esta vez no de visita. Es cierto que durante esta expedición he estado visitando la oficina frecuentemente, me ha ayudado seguir viendo a la gente. Yo, que reconozco que me encanta hablar con la gente, pues estar allí me ha hecho sentirme dentro del mundo laboral aunque habláramos de mí, del tiempo, de lo que fuera. Ha sido parte de mi terapia. El hecho de haber podido estar muy activo durante esta expedición me ha hecho poder llevar mejor todo.
Hoy mi diario, tras dejar a los grumetillos en la Escuela, vuelvo a emprender el camino en bicicleta al trabajo. En parte, reconozco que cuando iba de visita, me costaba mucho salir de allí rumbo a casa. Por otro lado, regreso al trabajo encontrándome físicamente bastante bien. No sin molestias, pues soy sincero cuando digo que hace mes y medio o dos meses me dolían menos partes del cuerpo. Los famosos y dichosos efectos secundarios están haciendo de las suyas, pero nada que me incapacite en el día a día.
Mi Diario, bien sabes que nunca hasta ese 16 de septiembre había escrito algo, salvo los típicos ejercicios durante mi etapa del colegio. Esto lo inicié con la idea de poder contarte a ti mi Diario cómo iba sobrellevando los viajes en alta mar, para contarte si había o no mar revuelta (nauseas y/o vómitos), si me encotraba más cansado de lo normal, o lo que me iba pasando. Pero mi Diario, nunca en la vida de este grumete se me había pasado que un simple Diario en el que reflejaba mi sentir, casi siempre guiado desde mi corazón pucelano y de secano, nunca pensé que podría escribir durante tantos y tantos días de forma seguida sobre un tema parecido. Es por ello, que como nunca pensaba que llegaría a escribir a diario hasta el día de hoy, no sé cuanto más seguirá este diario. Ahora solo tengo un objetivo con este Diario, poder contarte cómo me sigo encontrando. No sé si llegaré hasta el final de la rehabilitación que sería el día 8 de mayo, no sé si será antes o si seguiré después de ese día. Tampoco puedo decirte mi Diario si conseguiré seguir día tras día escribiéndote. No tendría sentido hacerlo por hacerlo. Creo que ya poco más puedo aportarte. No lo sé. No quiero, mi Diario, que pienses que paso por un mal momento o por uno muy bueno y por ello crea que éste es el momento de parar. Creo que es algo que deberá seguir su curso y ver si puedo contarte algo más.
Por eso mi Diario, hoy sí que te digo que mañana sí quiero escribirte algo, pues deberé decirte cómo ha sido mi regreso a la “normalidad”. Esa vida que se parecerá en algo a la que tenía hasta ese día 22 de agosto cuando nos dan uno de los mazazos más duros de nuestras vida. Pero del que creo que tanto Marta, esa persona maravillosa a la que amo y que se ha portado de forma heroica, mucho más que yo, y yo, nos habremos fortalecido.
En fin, mi Diario, mañana más.
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