Querido cuaderno de Bitácora, décimo séptimo día del primer viaje.
Ayer el destino me llevó a dar un paseo muy largo pero entretenido por la ciudad. Pese al tiempo fresco que tenemos ahora en tierra, como ya os dijera, con buenas prendas todo se lleva mejor. Es una enseñanza que hemos aprendido en estas tierras del Norte.
La tarde, normal, esperar la llegada de los Grumetillos de la escuela y preparar la cena e ir a dormir. La noche ha pasado como otras, pero con una pequeña pausa con mi *amigo* el insomnio, de una hora aproximadamente. Ya es algo a lo que uno se ha acostumbrado.
Ya se están despertando los grumetillos y el día amanece con pocas nubes, pero con el pronóstico de que hoy va a llover… Veremos si es así, porque de esa confirmación o no, dependerá de si me doy un paseo más corto, más largo o me voy a la sala de ejercicios que hay aquí en tierra firme. Todo esto después de que mis queridos amigos de la tripulación de tierra vengan a casa, para dialogar y extraerme el preciado líquido rojo…
Luego en la tarde, volveremos a la rutina de siempre, Comida, recados, llegada de los Grumetillos. Más bien, Martín llega solo por su cuenta, y a Gadea la vamos a buscar a la Escuela. Ella podía salir antes, pero si se queda casi hasta el final, ella es feliz, pues se queda con una Maestra muy maja que la explica y ayuda en tareas de la Escuela, y a Gadea eso le «chifla».
Y ya veremos cómo pasamos la noche, pero lo mejor, estamos ya en el día 17 de este primer viaje, el día 19, cita clave para ver si me dan los pasajes para poder empezar el próximo lunes los viajes en Alta Mar, lo estoy deseando.
Mañana Diario, un poco más.
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