Querido cuaderno de Bitácora, vigésimo séptimo día de una nueva vida.
Mi Diario, ayer fue otro día en el que poco a poco vamos entrando en la rutina.
Hoy mi Diario, volvemos a las rutinas de desayunos, ir a la Escuela e ir a la oficina. Y allí seguir cogiendo ritmo y poder poco a poco volver a las tareas que llevaba antes de emprender esta expedición. Mi querido Diario, en este regreso te confieso que SI, no es como el que vuelve de unas vacaciones. En este caso “éstas han sido más largas” en las que el cuerpo y la mente se han enfrentado a unas condiciones y retos nunca enfrentados hasta la fecha por este Grumete. Unas condiciones que por suerte no han tenido una exigencia física fuera de lo normal, quizás el hecho de poder haberme movido tanto, me sirvió para poder focalizarme en la recuperación física. Pero en las condiciones mentales, ay mi querido Diario, para eso no conocía o me había enfrentado antes, por lo que no sabía cómo “entrenar” para ello. Creo que poco a poco el cuerpo ayudó a la mente y la mente ayudó al cuerpo. Como dicen algunos científicos, crearon una simbiosis en la que se ayudaron de forma mutua. Y creo que hicieron un buen tándem. Estoy orgulloso mi Diario de ambos.
Mi Diario, siento que poco a poco el Grumete que llegó a su Isla soñada hace unas semanas tiene poco más que contarte. Sí que quiero irte contando cómo me va con la rehabilitación. A raíz de ver que poco a poco me noto como con más molestias, pues he pedido cita con el Centro para la rehabilitación de enfermos de cáncer de Estocolmo. Ayer me atendieron y me han dicho que me darían una cita para evaluar cómo poder ayudarme. Te iré contando qué me dicen. Con ellos junto con la clínica en la que estaré dos semanas, espero poder abordar físicamente y psicológicamente la vida tras la expedición y la nueva vida en la Isla soñada.
Quizás mi Diario, mañana haya algo más. Hoy no te sé decir.
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