Querido cuaderno de Bitácora, décimo noveno día del cuarto y último viaje.
Ayer al final la tripulación de tierra llegó más tarde de lo normal, así que tras llevarse el preciado líquido rojo, me dispuse a hacer la comida y a comer. Luego llegó el turno del paseo. Lo di un poco más largo de lo que venía haciendo esta semana. Llegué a mis clásicos 10 kilómetros de distancia. Por la tarde, descanso y estudio.
Los resultados de la analítica reflejan una ligerísima subida de la hemoglobina, de 93 a 94 g/l. Subida al fin y al cabo. De los valores de las defensas, como era de esperar han subido y ya casi están en los mínimos recomendables. De camino a casa compré hígados de pollo, que los guisé con cebolla y ajo. No los había probado nunca. Ya os contaré cuando hoy los pruebe. Todo sea por ayudar a mi cuerpo a que suba el hierro.
La noche ha sido como las pasadas. Descansando y durmiendo unas 7-8 horas.
El día ha amanecido con lluvia, por lo que tras dejar a la grumetilla Gadea en la escuela, turno de estudio de lenguas. Luego en lugar de andar, cogeré la bici, pues tengo que hacer recados al otro extremo de la ciudad. Según vea cómo llueva, el recorrido será mas largo o más corto. Por la tarde quedaremos con una amiga española, Rosa, y sus hijos. Éstos son compañeros de Martín y Gadea de la escuela. Y luego lo típico de las tardes, descanso hasta la hora de la cena. Pero como es viernes, pues no hay prisa por irse a dormir. Mi querido Diario, qué poco queda ya para llegar a mi ansiada isla.
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