Querido cuaderno de Bitácora, tricentésimo décimo quinto día de una nueva vida.
Ay mi Cuaderno, por favor, no te me enfades. Tantos días sin escribirte. Este ha sido el período de tiempo más largo sin haberte escrito. Pero te confieso una cosa. Si que te he abierto, y a ratos he ojeado alguna de las 197 anotaciones de esos 197 días en los que me he confesado ante ti.
Hoy te escribo, pues hoy hace un año enrolaba en mi querido barco KS, para partir a alta mar. Allí recibí mis últimas pócimas. Cuanto me acuerdo de ese día. Fue un día con una mezcla de alegría y de tristeza. Si, de tristeza. Quien no ha pasado por esto, no sabe que ese último día es un día de una despedida. Si hay suerte es un “Hasta siempre”. Si no la hay tanta, pues un “Hasta luego”. Pero en mi caso, allí dejé un equipo de gente maravillosa. Gente, seres humanos, que me trataron muy bien. Ya lo he dicho muchas veces que los que se dedican a la medicina, son gente de otra pasta. Son gente que dan mucho sin recibir o esperar nada a cambio. En estos tiempos raros del COVID, cuanto tenemos que agradecerles por todo lo que hacen. GRACIAS.
Por mi parte, la vida más o menos, ha vuelto a la normalidad. Siempre diremos el más o menos. Pues es imposible el volver a la misma vida. No hay día en el que me acuerde de lo vivido. No hay día en el que a ÉL le de gracias por la familia que tengo, por los amigos. No hay día en el que siga diciendo “La vida es maravillosa”. No hay día…
Pero bueno, de mi estado físico, pues no me quejo. Más o menos como siempre, sin limitaciones en el día a día. En este tiempo si que puedo decir, que intentamos salir Marta y yo a correr juntos un par de veces por semana. Esos momentos juntos, corriendo, riendo, hablando, son parte de esa maravilla que es la vida. ¡Cuánto ha pasado por nuestras vidas en estos casi 14 meses! Y que maravilla el poder estar a tu lado Marta. Gracias por estar ahí. Todas las noches en mi ratito de agradecimientos, ahí estás tú. Siempre daré gracias por haberte conocido y por poder estar a tú lado.
En estos más de dos meses desde la última entrada, la vida ha sido más o menos como siempre. Si que ha habido un hecho excepcional en este tiempo. Fue hace más de 10 días. Cuando pese a los tiempos que corren pudimos organizarles mis hermanos y yo a mis padres, una sorpresa, quizás una gran sorpresa. Pudimos en esa pequeña y hermosa iglesia de San Miguel del Pino celebrar una misa por sus Bodas de Oro. Justo en esa misma iglesia 50 años antes se unieron en matrimonio. Fuimos solo la familia cercana. Pero en los tiempos que corren no ha lugar para grandes multitudes. Luego pudimos estar comiendo los 5. De ese día me quedo con que en estos tiempos donde lo fácil es no seguir juntos, lo fácil es que ante las más mínimas dificultades cada uno emprenda un camino diferente, pues ahí ellos han dado un ejemplo, de que pese a los momentos malos, que los ha habido, al final han seguido juntos. Un ejemplo de unidad que esperemos nosotros poder seguir. Gracias Papá y Mamá, por mostrarnos ese camino o senda por la que seguir. Gracias.
Y por lo demás poco más. Tiempos raros, tiempos en los que vemos que quizás estas navidades sean las navidades de celebrarlas “en línea” por teléfono y no juntos. Pero si al final eso pasa, sea porque hemos sacrificado unas navidades por tener muchas más en compañía todos juntos.
Y mi cuaderno, hoy creo que he resumido lo más importante en este tiempo. No te me enfades, no se si habrá alguna entrada en este Cuaderno antes del aniversario de la nueva vida, no lo se. La vida no siempre se puede predecir o programar. Eso la hace especial. Si no te escribo antes. Al menos mi Diario, quiero desearte unas felices fiestas. Y que el año 2021, sea el año en el que hablemos del COVID, como esa pesadilla del 2020 que tanto daño y tristeza causó a amigos y familiares. Qué tanta gente se llevó consigo. Por tanto, Mi Diario, te deseo, que en este 2021 que no tardando mucho estrenaremos, todo lo mejor de la vida.
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