Querido cuaderno de Bitácora, trigésimo día del quinto viaje.
Ayer mi diario, sí que salimos Marta y yo a correr. Segundo día en este 2020 que promete ser un año aún más maravilloso que los precedentes. Fueron unos kilómetros junto a Marta en los que me volví a sentir algo más normal o parecido al Grumete que navegara meses atrás, antes del inicio de la Expedición. El caso es que sigamos poco a poco en esa línea de poder ejercitarse uno. De momento para este año 2020 no tengo propósitos o retos deportivos. Aún sin haber llegado a la Isla, es muy pronto para ello. Es tiempo de seguir entrenando sin prisa pero sin pausa, siguiendo el dicho de “Mens sana in corpore sano”.
Hoy el día se ha levantado con nubes. Lo que hace que sea menos frío que los anteriores. La verdad es que este mes de enero está siendo especialmente cálido con respecto a los anteriores. Veremos a ver cómo acaba el mes y cómo son febrero y marzo. A lo mejor para esos meses teneos que sacar toda la ropa de extra frío.
Hoy es día de control de mi preciado líquido rojo, así que en un rato vendrán a por él. Veremos cómo evolucionan los valores. Ya va quedando menos para la cita del día 15, en la que esperamos poder atracar por fin en la ansiada Isla.
Después de que venga la tripulación de tierra a por la sangre, llegará el turno de llevar a mi familia burgalesa al aeropuerto. Como se dice siempre, “todo lo bueno se acaba”. Estos quince días pasados con la familia se han pasado volando. ¡Cuánto os vamos a echar de menos! En condiciones normales nos veremos en 3 meses y poco de nuevo, pero ya por España. En Semana Santa esperamos poder viajar y estar con vosotros allí de nuevo. Mientras tanto, turno de seguir cuidándose y de si hemos llegado a buen puerto la semana que viene, pasar a revisiones.
Por la tarde, pues toca seguir empaquetando cosas de la casa. Va quedando menos tiempo, y por suerte menos cosas. Ya en breve nos cambiamos de Isla.
Y mi Diario, por hoy nada mas.
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