Querido cuaderno de Bitácora, noveno día del segundo viaje.
Ayer después de abandonar el KS y llegar a casa tocó turno de descansar un poco e ir a ver un apartamento cerca de nuestra actual morada. Ahora estamos en espera de cerrar el posible acuerdo. Con lo que de ser así, una preocupación menos que podemos quitarnos en esta larga y dura expedición. Un contratiempo que no contemplábamos semanas atrás.
Luego cenamos y nos fuimos a intentar dormir. Hoy ha sido uno de esos días en los que menos he dormido. Apenas 2 horas en primer bloque y luego más de 3 horas de desvelo. Toca tomárselo con calma y tener paciencia. En estos viajes se sabe que hay días mejores y otros peores. Probablemente es un cúmulo de situaciones que hacen que no sea fácil conciliar el sueño. La enfermedad, los nervios por cerrar el tema del piso más las otras clásicas del día a día.
La mañana como siempre. Desayunos, llevar a Gadea a la escuela de grumetes y luego turno de hacer ejercicio. Hoy pensaba coger a bici y a descubrir nuevos parajes donde poder tomar fotos, pero la amenaza de lluvia me ha hecho dar la vuelta alargada a mi isla, 12,7 km muy a gusto. Este ejercicio físico unido con la distracción de las fotos hacen que los días vayan pasando más rápido de lo inicialmente previsto por mí. Todo ello hace que el ánimo siga al máximo.
Después del paseo, turno de colada, preparar la comida y probablemente echarme una siesta y descansar algo más.
Y el resto de la tarde como de costumbre. Ir a la Escuela a por Gadea, cenar y cama.
Y mi Querido Diario, un día menos en esta expedición.
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