Querido cuaderno de Bitácora, octavo día del primer viaje.
Hoy el día ha amanecido fresquito. El otoño está aquí y ya va siendo necesario el salir con guantes y gorro, la brisa en el puerto lo hacen necesario.
Después de preparar las viandas a los grumetillos, preparo las mías; que como os dijera, suelen consistir en tostadas de pan integral con tomate rallado, aceite de oliva virgen extra y jamón york o pavo junto con un zumo de naranja natural. Unido a esto, una pieza de fruta y una taza de leche con muesli y miel; junto a todas las pócimas mágicas en forma de pastillas.
Después de dejar los camarotes listos, acompaño a los grumetillos a su escuela de grumetes; ya después preparo las cosas en espera del carruaje que puntualmente me lleva al muelle, donde ha estado estos días el KS.
Procedemos a embarcar y allí como siempre la tripulación aguarda con una sonrisa en la cara, diciéndote Jesús, God Morgon. Pero hoy me comunican cambio de contramaestre, la que me atendía la semana pasada se ha roto un pie, la he deseado lo mejor, se lo merece. Pero bueno, la que me ha atendido hoy es igual de agradable. Y ya pasamos al lío, proceder a preparar el cuerpo para recibir esos líquidos mágicos que están haciendo que lleguemos pronto al buen y ansiado destino final.
Ha sido la travesía más corta de todas, no habíamos hecho más que levar anclas cuando ya estábamos virando a puerto. Ya se como van a ser todas las travesías, podrá haber marejadas o no, pero al menos sabemos por que islotes pasamos, que animales veremos…
Y ya se ve allí cerca el puerto. Madre mía, otra travesía ha pasado; la última de este periplo de 21 días de experiencia vital, y podemos decir, que de momento tanto el KS como el grumete seguimos contentos y muy animados para afrontar las grandes experiencias que quedan por llegar.
Tras despedirme de la tripulación, hasta si Dios quiere el día 7 de octubre, procedo a coger el carruaje que me llevará a mis aposentos donde poder degustar unas reconstituyentes viandas.
Para la tarde, quizás demos un paseo, para ayudar a que esos líquidos puedan ser excretados más fácilmente.
Mañana, querido Diario, espero contarte que tal acabó el día de hoy, seguro que muy bien, y como amanece el 24. Día en el cual, afrontamos la jornada sin nada planificado en el horizonte. Primer día así desde que afrontáramos el pasado 16 la primera y fascinante travesía de esta gran experiencia.
Eres un crack Nachete¡¡¡¡
Nacho, que grande eres. Te contaré algo, amigo. Mi madre padeció cáncer de pulmón durante dos años, el tiempo en el que el asesino silencioso acabó con su resistencia. Mi madre jamás fumó, pero por desgracia se lo detectaron en estadio IV y el pronóstico fue descorazonador desde el primer día (aunque a ella nunca se lo conté, fue a mi a quien la doctora le contó toda la verdad). Durante muchos meses me negué a creerlo, como haría cualquier hijo. Mi madre era la mejor, créeme, y el dolor lo llevaré siempre conmigo. Mi batalla por evitar lo inevitable me llevó a buscar toda la información posible y a entrevistarme con los mejores oncólogos de España, incluso con Mariano Barbacid (increíble, ahora que lo pienso). Nadie pudo ayudarme, pero me hice un experto en el puto cancer de pulmón y todos sus tratamientos.
Pero hubo alguien que me ayudó muchísimo en el conocimiento del día a día de la enfermedad, un hombre bueno (como lo eres tú, amigo) que dedicó cientos de horas a escribir sobre su enfermedad, algo muy parecido a lo que tú acabas de iniciar. Se llamaba «Diario de un adenocarcinoma de pulmón». Te juro que cada día leía a Luis como si fuera de mi propia familia, y aunque nunca podré darle las gracias (Y bien que lo siento) hizo que aquellos dos años (sin duda los peores de mi vida) fueran más llevaderos.
Por eso aprecio mucho más lo que estás haciendo. Además de tenernos informados a todos los que te apreciamos, lo mejor de todo es que todo lo que escribas ayudará a mucha gente, y eso es digno de un tío grande y generoso como tú. Cada vez te admiro más.
Otro detalle insignificante. Mi suegra tuvo la mis mán enfermedad que tú, así que tampoco es una desconocida para mi. El detalle positivo es que Carmen tiene 91 años y hace ya más de 10 que el oncólogo nos dijo que no quería volver a vernos por allí (de buen rollo). Se curó del todo, amigo, igual que vas a hacer tú para seguir repartiendo tu humanidad por el mundo.
Seguiremos en contacto, crack.
Un abrazo fuerte y que no decaiga ese ánimo.
Román, amigo, tus palabras me han puesto un nudo en la garganta. Siento mucho lo que has pasado y padecido.
Esto, no creo que llegue a mucha gente, pues de momento deliberadamente quiero evitar llamarlo por su nombre, no porque niegue una realidad evidante, sino por tratar de darle otro aire. Quizás algún día, lo ponga. Pero tus palabras son un gran aliento para seguir, por mi y por los demás.
Hola Nacho!
me alegra poder seguirte y conocer algo de lo que estás viviendo. Confieso que a veces tengo mis reservas sobre cómo reaccionaría yo y sobre lo que contaría o no, pero leyendo lo que dice Román, se despejan mis dudas, si tus palabras pueden ayudar a alguien más que a ti mismo y hacer su travesía más llevadera, tienes ya un mérito inmenso.. mucha suerte y seguir así! Suerte a nosotros por tenerte como amigo
Seguiremos dando guerra! jeje
Un beso y muchas gracias por estar ahi!